Asteroid Blues

Infinity

Primer encuentro con el caballero Teuton.

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Combined Army
Merongrorn
VS PanOceania
Soter7

Los caballeros cruzados avanzaban en posición de combate, apuntando con su armamento a todos los sitios por donde pudiera aparecer una fuerza de combate enemiga. A no mucha distancia de ellos, dos figuras siniestras los observaban a través de sus holocámaras alienígenas. Dos seres de oscuridad y furia.

El legado Umbra Laksen era un veterano de cientos de enfrentamientos, había combatido en más campos de batalla de los que pudiera recordar, contra innumerables civilizaciones, de las cuales, en su mayoría, no quedaba más que el recuerdo. Pero incluso su amenazadora figura era incomparable al horror encarnado que suponía observar a su acompañante, el samaritano Xaerian, un ente majestuoso y temible que había teñido las estrellas de sangre y había disfrutado con ello.

– ¿Debemos caer sobre ellos? – preguntó el legado

El samaritano, antes de responder, pausó por un segundo la imagen de la holocámara y la amplió sobre uno de los caballeros. Tabardo blanco, cruz negra.

– Teutones – siseó, hirviendo de furia -. Maté tantos en Norstralia que pensé que jamás volvería a ver a ninguno otra vez.

A su lado caminaba una figura embutida en una capa negra con capucha. Un Padre Negro, un Sabueso de Dios. Nada escaparía a su inquisitiva mirada y el samaritano lo sabía.

– Sí, debemos atacarles – respondió el samaritano por fin -. Los Shasvastii han tenido su oportunidad y han fracasado. Pronto todo Novyy Bangkok estará llena de tropas humanas. Ahora lo haremos a la manera de los Maat´zani.

Enfocó a una mujer que avanzaba con los cruzados, y cuyas insignias y forma de dirigir el comando sugerían que era una religiosa de alto rango.

– Ella debe ser su líder – sugirió el samaritano -. Encuéntrala y mátala. Yo voy a iniciar los protocolos de activación de los xeodrones. El ataque comenzará en diecisiete minutos.

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El legado umbra escuchó el tronar de la ametralladora del zángano Q. La ráfaga fue más larga de lo normal, pero finalmente sus sensores le transmitieron la información de que el sargento de orden enemigo había sido abatido. Eso le daba vía libre para avanzar. Sonrió de perverso placer al adoptar el disfraz virtual de un caballero de la Orden Teutónica, y avanzó entre las filas enemigas. Frente a él se alzaba el Fraile Negro, y Laksen sabía que su disfraz no podía burlar su vigilancia demasiado tiempo, pero disponía de otras herramientas. Cubriéndose tras una pared, creó una zona de ruido blanco que cegó al dominico, tras lo cual alcanzó la posición de un sargento de orden.

– ¡Umbra en mi posi…!

El grito fue ahogado por un disparo de escopeta a bocajarro. El legado se agachó, recargó e identificó la posición de la religiosa que dirigía al comando enemigo. Sabía que

estaba bien protegida y que su siguiente acción era suicida, pero había descargado su conciencia en su petaca y la había almacenado en un lugar seguro, por lo que no temía.

– Hora de morir – susurró dirigiéndose tanto a su objetivo como a sí mismo.

El Umbra saltó por encima de la valla que le cubría y disparó contra la religiosa. Ella intentó reaccionar, pero no fue suficientemente rápida. No obstante, el Maat´zani no tuvo tiempo de disfrutar de su victoria. Varios disparos procedentes de un Caballero del Santo Sepulcro y de un Caballero de Santiago perforaron su torso y su cabeza.

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Xaerian dio a los xeodrones la orden de avanzar. Sus lecturas indicaban que la religiosa al mando de los cruzados había sido curada de sus heridas, y el maldito suboficial teutón había destruido al remoto Q y al unidron francotirador, eliminando de esta forma a las unidades destinadas a controlar los movimientos de los cruzados, pero ya no iban a ser necesarias. Él acabaría con sus enemigos de una vez y para siempre.

Frente a él se encontraba un haris formado por dos teutones y un Caballero de Santiago. Xaerian avanzó cautelosamente, intentando que ni él ni sus xeodrones estuvieran a tiro hasta que fuera demasiado tarde para que los cristianos pudieran reaccionar. Pero cuando por fin se asomó para forzar el enfrentamiento con ellos, el Caballero de Santiago logró herirle. Aquello le enfureció sobremanera, pues hacía tiempo, mucho tiempo que no veía su sangre regar la tierra. Preso de una ira titánica, cargó contra el enemigo más cercano, el suboficial teutón.

– Sancte Michaele Archangele, protego nos in praelio.

Disfrutó al sentir la súplica desesperada del caballero enemigo. Uno de los xeodrones acompañó su carga, añadiendo pesar a la ya de por sí poco esperanzadora situación del suboficial teutón. Xaerian alzó su arma vorpal… y se frenó en seco. Vomitó sangre. Miró hacia abajo y vio la espada del Caballero Teutón atravesando su vientre.

El samaritano Umbra Xaerian apenas tuvo tiempo de murmurar una despiadada y sincera maldición antes de caer al suelo sin vida.

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El nexus hacker que comandaba las fuerzas del Ejército Combinado supo que había llegado el momento de tomar medidas desesperadas. Tras la muerte del samaritano Umbra el enemigo se había adueñado del campo de batalla. Los xeodrones estaban inutilizados, trabados en combate cerrado contra el Caballero del Santo Sepulcro en un caso y un Caballero Teutón el otro, y el Caballero de Santiago había obtenido un arma cuerpo a cuerpo explosiva de una panoplia cercana, lo que limitaba enormemente la esperanza de vida de estos xeodrones. Por ello avanzó hasta llegar a rango de hackeo del Caballero del Santo Sepulcro, quien estaba comandando la fuerza enemiga tras la caída temporal de la religiosa Catalina del Piero, y lo inmovilizó.

– Libre al fin.

Aquello resonó en su cabeza como un susurro, pero el nexus sabía perfectamente que procedía del Xeodron trabado con el Santo Sepulcro, quien tomó distancia respecto al Caballero y le disparó, abatiéndolo. El nexus se felicitó por la maniobra, pero justo entonces todos sus indicadores de alarma se pusieron en rojo, y vio frente a sí una cruz con forma de espada. Sabía perfectamente que era un ataque de hackeo procedente del Caballero de Santiago, pero no pudo evitarlo. Su cerebro quedó destrozado y su último pensamiento fue saber que el Ejército Combinado, en aquella ocasión, había fracasado.

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PanOceania
Soter7
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